Con el auge de las vitaminas y los minerales (y sus beneficios en la dieta), surgieron hace pocas décadas los suplementos dietéticos. Son de venta libre y tienen varios fines: prevenir o mejorar enfermedades, potenciar el desarrollo de los chicos o mejorar una cualidad física o psíquica.
Incluyen componentes que hay en los alimentos: vitaminas, betacaroteno, omega 3, zinc y selenio, entre otros. Entonces, ¿da igual comer una naranja que una pastilla con vitamina C? “Nunca un comprimido es lo mismo que el nutriente en su forma natural”, dice Viviana Viviant, nutricionista y directora del sitio nutricionyvidasana.
“Siempre recomiendo que las vitaminas, los minerales y los fitoquímicos sean incorporados de forma natural, a través de una alimentación variada y equilibrada”, agrega la especialista, autora del libro "Frutas y Verduras: los súperalimentos que curan".
Del dicho al hecho…
El problema es que muchos de nosotros no comemos en forma adecuada. “Es muy común saltear comidas y elegir alimentos con una alta densidad de calorías y baja densidad nutricional”, cuenta Viviant.
Por lo tanto, los suplementos no deberían ser la primera opción, sino una alternativa terapéutica ante una carencia o deficiencia nutricional. “En los casos que fuera necesario, se puede optar por un suplemento para poder reemplazar de algún modo los nutrientes que no se consumen mediante los alimentos fuente”, agrega.
Venta libre vs. bajo receta
Hay una frase muy común: “de venta libre”. ¿Qué significa? ¿Cualquiera puede tomar lo que ofrecen? La especialista opina lo contrario: “siempre se deben comprar bajo prescripción médica, aunque sean de venta libre. Tiene que haber una evaluación clínica y de laboratorio de por medio”.
“Lo aconsejable es que la persona visite al licenciado en nutrición para realizar una encuesta alimentaria y ver qué nutrientes pueden estar faltando. En base a ello, sabrá qué tipo de suplemento podría estar necesitando”, agrega.
