Su nombre de 'guerra' es 'Guevara' y actúa en las líneas más peligrosas del frente de Alepo. Otros la llaman simplemente la "mujer francotiradora". En todo caso, esta siria de 36 años que luce impoluta entre las ruinas de la ciudad siria ya devastada por el conflicto civil ha
saltado a la fama tras conocerse su historia: de profesora de inglés y
madre de dos hijos a 'verdugo' de las huestes de Bashar Asad.
Así lo cuenta en un reportaje en las páginas del diario británico 'The Telegraph' la corresponsal de guerra Ruth Sherlock. La periodista estuvo siguiendo los pasos de 'Guevara' y le interrogó sobre qué le había conducido a llevar día y noche un letal rifle.
"Me gusta luchar. Cuando veo que uno de mis amigos de mi división es asesinado, siento que tengo que coger un arma y vengarle", asegura con mirada firme bajo su 'hiyab' y su rostro perfectamente maquillado.
A pesar de que entre la sociedad siria una mujer 'guerrera' no está bien visto, 'Guevara' se ha ganado el respeto y la admiración de sus compañeros de batalla (unos 30 hombres y chicos, algunos de sólo 16 años).
"Soy muy paciente. Espero durante horas", dice sobre su actual labor diaria. "Y luego tienes que ser muy rápida. Y cuidadosa. No dejar que te devuelvan el disparo", apunta, añadiendo a sus palabras una pincelada 'fanática' cuando cuenta cómo acaba con los soldados sirios. "Me hace sentir bien. Cuando alcanzo a uno, grito: '¡sí!'".
Pero, ¿qué llevó a esta mujer de Alepo a convertirse en francotiradora? La respuesta es una tragedia personal. Antes de la guerra en Siria, 'Guevara' era profesora de inglés. Cuando el conflicto estalló, sus hijos -un niño y una niña de siete y diez años- fueron asesinados durante un ataque aéreo que destrozó su hogar.
"Mi hijo tenía miedo a las bombas y me preguntaba qué estaba ocurriendo. Yo le decía: prometo que voy a defender tu futuro. Ahora, no puedo olvidar la sangre de mis niños y prometo que me vengaré", sentencia.
Siria de origen palestino, 'Guevara' aprendió a usar un arma y luchar en la guerra en un campo de entrenamiento en el Líbano, bajo las órdenes de Hamas. Su primer marido no era muy "revolucionario" y lo dejó. Su segundo esposo no quiso que cogiera las armas y se enfrentó a él. "Le dije: tengo la fuerza suficiente para llevar un arma, ¿por qué no puedo luchar?". Su contestación fue muy convincente y el propio hombre la entrenó en el 'arte' de estar aislada, apostada y fulminar el objetivo al grito de "¡sí!".
Así lo cuenta en un reportaje en las páginas del diario británico 'The Telegraph' la corresponsal de guerra Ruth Sherlock. La periodista estuvo siguiendo los pasos de 'Guevara' y le interrogó sobre qué le había conducido a llevar día y noche un letal rifle.
"Me gusta luchar. Cuando veo que uno de mis amigos de mi división es asesinado, siento que tengo que coger un arma y vengarle", asegura con mirada firme bajo su 'hiyab' y su rostro perfectamente maquillado.
A pesar de que entre la sociedad siria una mujer 'guerrera' no está bien visto, 'Guevara' se ha ganado el respeto y la admiración de sus compañeros de batalla (unos 30 hombres y chicos, algunos de sólo 16 años).
"Soy muy paciente. Espero durante horas", dice sobre su actual labor diaria. "Y luego tienes que ser muy rápida. Y cuidadosa. No dejar que te devuelvan el disparo", apunta, añadiendo a sus palabras una pincelada 'fanática' cuando cuenta cómo acaba con los soldados sirios. "Me hace sentir bien. Cuando alcanzo a uno, grito: '¡sí!'".
Pero, ¿qué llevó a esta mujer de Alepo a convertirse en francotiradora? La respuesta es una tragedia personal. Antes de la guerra en Siria, 'Guevara' era profesora de inglés. Cuando el conflicto estalló, sus hijos -un niño y una niña de siete y diez años- fueron asesinados durante un ataque aéreo que destrozó su hogar.
"Mi hijo tenía miedo a las bombas y me preguntaba qué estaba ocurriendo. Yo le decía: prometo que voy a defender tu futuro. Ahora, no puedo olvidar la sangre de mis niños y prometo que me vengaré", sentencia.
Siria de origen palestino, 'Guevara' aprendió a usar un arma y luchar en la guerra en un campo de entrenamiento en el Líbano, bajo las órdenes de Hamas. Su primer marido no era muy "revolucionario" y lo dejó. Su segundo esposo no quiso que cogiera las armas y se enfrentó a él. "Le dije: tengo la fuerza suficiente para llevar un arma, ¿por qué no puedo luchar?". Su contestación fue muy convincente y el propio hombre la entrenó en el 'arte' de estar aislada, apostada y fulminar el objetivo al grito de "¡sí!".