Los sectores bancarios de China y Japón, dos gigantes de la economía en Asia, contemplan dos estrategias diferentes para hacer frente a una repetición de la crisis de deuda de EE.UU.
En Japón está previsto inundar las sucursales de distintas entidades bancarias con dinero en efectivo como parte de unos planes de contingencia para mantener los mercados a flote en caso de una afluencia masiva de depositantes inquietos a los bancos. Mientras, en China optan por reforzar su divisa nacional para que pueda, cuando llegue la 'hora H', reemplazar al dólar en la cima del sistema monetario internacional.
Esas son las conclusiones sacadas por los expertos de la agencia de información Reuters de una serie de entrevistas a distintos funcionarios y responsables bancarios.
"Nos alegra que el asunto haya sido resuelto, pero la incertidumbre perdurará y algo semejante sucederá de nuevo a comienzos del año que viene", dijo un político japonés en condición de anonimato en referencia a la reciente recaída de EE.UU. al borde del impago.
Los japoneses se centran en sus propios problemas económicos. La estrategia del primer ministro Shinzo Abe es reanimar el consumo interno y la inversión debilitando al yen, incrementando los ingresos privados y la capitalización de las empresas exportadoras. Pero una eventual repetición de la situación de este octubre en Washington podría incitar a los inversionistas a comprar yenes y frustrar esos planes.
A su vez, los responsables de la política financiera china piensan más bien en acelerar la caída del dólar, cree el jefe de un grupo investigador del mercado de acciones del banco Credit Suisse en Hong Kong (China), Vincent Chan. "Podrían fortificarse haciendo del yuan una auténtica divisa internacional, porque los estadounidenses son poco fidedignos".
Desarrollando sus propias estrategias contra las eventuales recaídas estadounidenses, China y Japón tienen en cuenta que no solo son la segunda y la tercera economía del mundo, sino los dos acreedores más importantes del país norteamericano. Para julio de este año China acumuló 1,28 billones de dólares en títulos del Tesoro de EE.UU. Japón tenía 1,14 billones.
Una vez declarada la bancarrota en EE.UU. en enero o febrero próximo, esos papeles se reducirían a la nada, recuerdan los expertos.
Esas son las conclusiones sacadas por los expertos de la agencia de información Reuters de una serie de entrevistas a distintos funcionarios y responsables bancarios.
"Nos alegra que el asunto haya sido resuelto, pero la incertidumbre perdurará y algo semejante sucederá de nuevo a comienzos del año que viene", dijo un político japonés en condición de anonimato en referencia a la reciente recaída de EE.UU. al borde del impago.
Los japoneses se centran en sus propios problemas económicos. La estrategia del primer ministro Shinzo Abe es reanimar el consumo interno y la inversión debilitando al yen, incrementando los ingresos privados y la capitalización de las empresas exportadoras. Pero una eventual repetición de la situación de este octubre en Washington podría incitar a los inversionistas a comprar yenes y frustrar esos planes.
A su vez, los responsables de la política financiera china piensan más bien en acelerar la caída del dólar, cree el jefe de un grupo investigador del mercado de acciones del banco Credit Suisse en Hong Kong (China), Vincent Chan. "Podrían fortificarse haciendo del yuan una auténtica divisa internacional, porque los estadounidenses son poco fidedignos".
Desarrollando sus propias estrategias contra las eventuales recaídas estadounidenses, China y Japón tienen en cuenta que no solo son la segunda y la tercera economía del mundo, sino los dos acreedores más importantes del país norteamericano. Para julio de este año China acumuló 1,28 billones de dólares en títulos del Tesoro de EE.UU. Japón tenía 1,14 billones.
Una vez declarada la bancarrota en EE.UU. en enero o febrero próximo, esos papeles se reducirían a la nada, recuerdan los expertos.