Párkinson, alzhéimer, diabetes o esclerosis múltiple son algunas de
las enfermedades que tal vez puedan ser tratadas mediante células madre.
Pero las investigaciones siguen en fase experimental y, en todo caso,
antes de ensayarlas en pacientes, las terapias deben pasar duros
escrutinios para garantizar que son efectivas y que no son
perjudiciales. Algunos van más rápido: un centenar de clínicas en China
ofrecen terapias de células madre no autorizadas y no ensayadas a
pacientes que pagan miles de dólares para acceder a una supuesta
recuperación de un amplio abanico de trastornos, incluido el autismo. La
oferta atrae a miles de turistas sanitarios de todo el mundo. La revista científica Nature
lo denuncia, tras una investigación que ha hecho en ese país, donde
“las clínicas operan abiertamente, con páginas web de promoción de los
tratamientos para enfermedades graves”.
El Gobierno chino, ya en 2009, clasificó los tratamientos con células madre como de “alto riesgo”, exigiendo la aprobación de una evaluación técnica antes de su uso. Entonces se calculó que había un centenar. Pero nada ha cambiado y esta dudosa industria de la salud sigue creciendo en el país, mientras brillan por su ausencia las pruebas clínicas de las terapias que ofrecen.
La situación ha llegado a tal punto que, el pasado enero, el Ministerio de Salud chino anunció un paquete de medidas para regularizar estas actividades, incluyendo la obligación de las organizaciones y clínicas que aplican estas terapias de inscribir en un registro sus investigaciones y actividades, indicando la fuente de las células madre y los procedimientos éticos seguidos, explica David Cyranski, autor de la investigación de Nature. “Pero ha resultado todo inefectivo, ni una clínica se ha registrado debidamente y se siguen ofreciendo las terapias”, añade. Hay un vacío legal y muchos lo están aprovechando.
Los responsables de las clínicas, que inyectan células madre derivadas de cordón umbilical, de tejido adiposo o de fetos de abortos, consideran que sus tratamientos pueden ser efectivos, aunque no lo garantizan, y argumentan que si no lo son, tampoco hacen daño. Los expertos, sin embargo, alertan de los riesgos: con estas terapias incontroladas los pacientes pueden sufrir complicaciones como cáncer o enferemdades autoinmunes.
Nature dedica un editorial al problema. “Cuanto más dispuestos a creer están los pacientes y los médicos, menos se buscan datos clínicos reales y menos doctores están forzados a generarlos”, afirma el artículo, que incluso llega a comparar la situación con la práctica de la lobotomía hace casi un siglo, cuando quienes defendían aquel tratamiento lo consideraban tan urgente como para evitar el requisito de las pruebas clínicas sobre su utilidad y efectos.
En uno de los barrios más ricos del Shanghái tiene sus oficinas la WA Optimum. Ofrece un tratamiento de entre cuatro y ocho inyecciones de células madre (el precio va de 3.600 y 6.000 euros cada una) para tratar el alzhéimer. La terapia del autismo es más cara aún, relata Cyranoski. Otra clínica asegura haber tratado a más de 10.000 pacientes de distintas dolencias, y su terapia para el autismo, que dura un año, se basa en cuatro inyecciones de células madre de fetos abortados. Hay compañías similares en Pekin y otras ciudades chinas.
“Esas clínicas afirman tener éxito con sus tratamientos en pacientes, pero ninguna ha publicado datos de ensayos de control”, recalca Cyranoski, aunque los médicos de tales centros afirman que muchos de los enfermos han mejorado de sus dolencias incluso en un par de semanas.
Los expertos internacionales advierten que no hay datos ni científicos ni clínicos que apoyen el supuesto efecto beneficioso de las células madre, por ejemplo para el párkinson, y consideran que los tratamientos ofrecidos en estas clínicas (sin control), como mucho pueden proporcionar alivio transitorio en algún caso. Y no hay pruebas de que sean válidos para trastornos como el autismo.
La publicidad es esencial para estos negocios e Internet, el territorio apropiado. WA Optimum ofrece las terapias con células madre, peor también cirugía estética y tratamientos antiedad. Su página web indica que “las células madre han demostrado ser efectivas en”.... la lista que sigue es impresionante: lesión cerebral traumática, infarto, autismo, alzhéimer, parkinson, lesión de la espina dorsal, esclerosis múltiple, parálisis cerebral, degeneración macular, retinitis pigmentosa, retinopatía diabética, degeneración de córnea, heridas, quemaduras, cicatrices, cardiopatías, diabetes, cirrosis, distrofia muscular, enfermedades autoinmunes, lesiones óseas y rejuvenecimento total del cuerpo. En un apartado, varios pacientes dan testimonio de su entera satisfacción con los tratamientos recibidos.
Otra empresa, Tong Yuan, no se queda atrás en su oferta, y añade dolencias susceptibles de mejorar con células madre como paraplejia, fallo renal, prostatitis o tumores. La publicidad de estas clínicas incluye, en algunos casos, colaboración y acuerdos con centros científicos en EE UU, como la Universidad de Harvard o la de California en Irving, que niegan rotundamente tales relaciones.
Nature contactó con el Colegio Médico de Pekín, donde una experta se sorprendió de que siguieran operando esas clínicas y recalcó que la regulación es “absolutamente clara”: no deben administrar tratamientos no aprobados de células madre. En cuanto al Ministerio de Salud, un representante reconoció el problema y aseguró que se harían más esfuerzos para limpiar ese negocio.
El Gobierno chino, ya en 2009, clasificó los tratamientos con células madre como de “alto riesgo”, exigiendo la aprobación de una evaluación técnica antes de su uso. Entonces se calculó que había un centenar. Pero nada ha cambiado y esta dudosa industria de la salud sigue creciendo en el país, mientras brillan por su ausencia las pruebas clínicas de las terapias que ofrecen.
La situación ha llegado a tal punto que, el pasado enero, el Ministerio de Salud chino anunció un paquete de medidas para regularizar estas actividades, incluyendo la obligación de las organizaciones y clínicas que aplican estas terapias de inscribir en un registro sus investigaciones y actividades, indicando la fuente de las células madre y los procedimientos éticos seguidos, explica David Cyranski, autor de la investigación de Nature. “Pero ha resultado todo inefectivo, ni una clínica se ha registrado debidamente y se siguen ofreciendo las terapias”, añade. Hay un vacío legal y muchos lo están aprovechando.
Los responsables de las clínicas, que inyectan células madre derivadas de cordón umbilical, de tejido adiposo o de fetos de abortos, consideran que sus tratamientos pueden ser efectivos, aunque no lo garantizan, y argumentan que si no lo son, tampoco hacen daño. Los expertos, sin embargo, alertan de los riesgos: con estas terapias incontroladas los pacientes pueden sufrir complicaciones como cáncer o enferemdades autoinmunes.
Nature dedica un editorial al problema. “Cuanto más dispuestos a creer están los pacientes y los médicos, menos se buscan datos clínicos reales y menos doctores están forzados a generarlos”, afirma el artículo, que incluso llega a comparar la situación con la práctica de la lobotomía hace casi un siglo, cuando quienes defendían aquel tratamiento lo consideraban tan urgente como para evitar el requisito de las pruebas clínicas sobre su utilidad y efectos.
En uno de los barrios más ricos del Shanghái tiene sus oficinas la WA Optimum. Ofrece un tratamiento de entre cuatro y ocho inyecciones de células madre (el precio va de 3.600 y 6.000 euros cada una) para tratar el alzhéimer. La terapia del autismo es más cara aún, relata Cyranoski. Otra clínica asegura haber tratado a más de 10.000 pacientes de distintas dolencias, y su terapia para el autismo, que dura un año, se basa en cuatro inyecciones de células madre de fetos abortados. Hay compañías similares en Pekin y otras ciudades chinas.
“Esas clínicas afirman tener éxito con sus tratamientos en pacientes, pero ninguna ha publicado datos de ensayos de control”, recalca Cyranoski, aunque los médicos de tales centros afirman que muchos de los enfermos han mejorado de sus dolencias incluso en un par de semanas.
Los expertos internacionales advierten que no hay datos ni científicos ni clínicos que apoyen el supuesto efecto beneficioso de las células madre, por ejemplo para el párkinson, y consideran que los tratamientos ofrecidos en estas clínicas (sin control), como mucho pueden proporcionar alivio transitorio en algún caso. Y no hay pruebas de que sean válidos para trastornos como el autismo.
La publicidad es esencial para estos negocios e Internet, el territorio apropiado. WA Optimum ofrece las terapias con células madre, peor también cirugía estética y tratamientos antiedad. Su página web indica que “las células madre han demostrado ser efectivas en”.... la lista que sigue es impresionante: lesión cerebral traumática, infarto, autismo, alzhéimer, parkinson, lesión de la espina dorsal, esclerosis múltiple, parálisis cerebral, degeneración macular, retinitis pigmentosa, retinopatía diabética, degeneración de córnea, heridas, quemaduras, cicatrices, cardiopatías, diabetes, cirrosis, distrofia muscular, enfermedades autoinmunes, lesiones óseas y rejuvenecimento total del cuerpo. En un apartado, varios pacientes dan testimonio de su entera satisfacción con los tratamientos recibidos.
Otra empresa, Tong Yuan, no se queda atrás en su oferta, y añade dolencias susceptibles de mejorar con células madre como paraplejia, fallo renal, prostatitis o tumores. La publicidad de estas clínicas incluye, en algunos casos, colaboración y acuerdos con centros científicos en EE UU, como la Universidad de Harvard o la de California en Irving, que niegan rotundamente tales relaciones.
Nature contactó con el Colegio Médico de Pekín, donde una experta se sorprendió de que siguieran operando esas clínicas y recalcó que la regulación es “absolutamente clara”: no deben administrar tratamientos no aprobados de células madre. En cuanto al Ministerio de Salud, un representante reconoció el problema y aseguró que se harían más esfuerzos para limpiar ese negocio.