Si
hay una imagen de superación en los Juegos de Londres esa es la de
Oscar Pistorius, el sudafricano que planta cara al resto de atletas
corriendo con dos prótesis de titanio y fibra de carbono en sus piernas.
Pero Pistorius no es el único que pese a sus problemas de salud se ha
convertido en un deportista de elite. Otros olímpicos han demostrado en
Londres 2012 que la enfermedad no solo no es una barrera sino que puede convertirse en el último impulso para pasar a la historia del deporte.
Usain
Bolt lo ha demostrado consiguiendo lo que no ha hecho nadie: ganar en
dos Juegos consecutivos la prueba de 100 y 200 metros. El relámpago
jamaicano tiene la pierda derecha más corta que la zurda y una
escoliosis, una desviación de columna, que le tuerce la espalda. Combatió sus dolores lumbares y sus ataques de ciática con ejercicios abdominales y lumbares
para reforzar su espalda, convirtiendo su musculatura lumbar en una
especie de corsé muscular para proteger su espalda. A su espalda le ha
dedicado horas y horas de ejercicio y estiramientos para que no se
resintiera su rendimiento.
La escoliosis que hizo más fuerte a Bolt fue la bendición de Phelps.
Al nadador estadounidense la desviación de columna le cambió la vida.
Le llevó de cabeza a la piscina y solo tardó unos años en convertir su
tratamiento en una obsesión.
El
traumatólogo Francisco Kovacs se alegra de que se hable, para bien, de
la escoliosis y se quite hierrro a una dolencia sobre la que hay tantos
mitos. «Tanto para Bolt como para Phelps la escoliosis ha sido una
suerte, porque les sirvió para que hicieran más ejercicio», asegura. No
cree que merme su rendimiento ni a él ni a la mayoría de los
deportistas.
Desmitificar la enfermedad
Salvo
escoliosis muy graves, se trata de una dolencia que no requiere
tratamiento y en la que el deporte siempre beneficia. «Se han hecho
estudios en los que se ha seguido la evolución de pacientes con
escoliosis tratados con corsés y otros sin tratar y a los cincuenta años
la evolución prácticamente ha sido la misma», cuenta. A su juicio, solo
merecerían tratamiento los casos más acentuados con grandes curvaturas o
cuando produce compresión nerviosa o hay una alteración cardiaca o
pulmonar
Las
desviaciones de columna sí podrían afectar a deportes en que la
simetría sea clave como en el esquí alpino o en los que existe tendencia
a trabajar más un lado que otro, como el tenis, apunta Piero Galilea,
especialista en Medicina Deportiva del Centro de Alto Rendimiento de San
Cugat del Vallés (Barcelona). O cuando se fuerza la espalda. «Quizá el
golf al que se quiere dedicar a jugar Phelps no sea la mejor opción»,
bromea. A Bolt sí cree este especialista que su escoliosis le ha podido
costar más sufrimiento. «Esta alteración deja las raíces nerviosas más
expuestas y puede que haya que tenido que trabajar más para evitar
lesiones».
Ejemplos de superación
Otros olímpicos no han renunciado a llegar a la elite a pesar de otras dolencias más graves, como el triatleta gallego Gómez Noya.
Pese a tener prohibido el ejercicio físico para no dañar su corazón ha
seguido competiendo en una de las disciplinas que requiere mayor
resistencia física. Y así ha conseguido una medalla de plata en Londres.
No es el único que arriesga su vida y su corazón. La norteamericana Dana Vollmer, de 24 años,
ha pulverizado estos Juegos el récord en mariposa pese a tener varias
dolencias cardiovasculares que le obligan a tener un desfibrilador cerca
de cada piscina en la que nada.