Es un síndrome clínico que afecta principalmente a mujeres en edad media de la vida. Hay hipótesis, pero aún no se conocen las causas. El diagnóstico es puramente clínico. Hoy existen buenos tratamientos, que mejoran mucho la calidad del vida.
La fibromialgia es un síndrome que se caracteriza por dolor crónico
generalizado, que se localiza en los músculos, las articulaciones y los
tendones. El término fue acuñado por primera vez en 1976 y deriva de
fibra (tejido conjuntivo, tejido de sostén), mio (músculo) y algia
(dolor). Fue reconocida como enfermedad por la OMS (Organización Mundial
de la Salud) en 1992 y clasificada en la última revisión de la
"Clasificación Internacional de Enfermedades" como una enfermedad
reumatológica.
Los pacientes presentan, además del dolor
característico, uno o varios de los siguientes síntomas: trastornos del
sueño (a lo que se suma que, muchas veces, cuando logran conciliarlo, el
mismo no es reparador), ansiedad, depresión, cefaleas, cansancio
crónico, calambres y/o síndromes asociados como el colon irritable y la
cistitis no infecciosa (vejiga irritable).
Se desconoce la causa
si bien hay varias hipótesis en estudio. Lo que es claro es que la
persona que padece fibromialgia presenta un trastorno en la percepción,
transmisión y modulación del estímulo doloroso. Esto produce
hipersensibilidad al dolor, lo que hace que disminuya el umbral del
mismo.
Según estudios realizados, se calcula que la frecuencia
ronda el 3% de la población general, y en el 90% de los casos se
presenta en mujeres en edad media de la vida. Su inicio es muy poco
frecuente en la infancia o luego de los 65 años. Si bien no es lo
habitual, puede también observarse en hombres.
El estrés es un
factor desencadenante de los síntomas de la fibromialgia. Aunque se
sabe que estas enfermedades el estrés no es el causal del mismo, sí
puede ser un disparador -ya sea del episodio inicial o de brotes- una
vez que la enfermedad está controlada. Hacer terapia, ejercicios de
relajación y eutonía son ejemplo de algunas terapias concomitantes que
ayudan a mantener bajo el nivel de estrés, y por lo tanto evitar que
la enfermedad surja con mas fuerza.
No existe una prueba de
laboratorio para diagnosticar la fibromialgia. El diagnóstico es clínico
y se realiza mediante el interrogatorio del paciente. El hallazgo de
uno o varios de los síntomas arriba descriptos son sugestivos y la
objetivación en el examen físico de dolor a la presión de puntos
característicos (los denominados puntos fibromiálgicos, que son 18
puntos tendinosos en total distribuidos en todas las regiones del
cuerpo).
Por definición deben encontrarse al menos 11 de estos
puntos dolorosos al aplicar una presión equivalente a 4 kgs sobre los
mismos. Este método diagnóstico fue desarrollado por el American College
of Rheumatology. Una vez realizado el interrogatorio y examen físico
deben realizarse estudios complementarios para excluir patologías que
pueden simular o agravar los cuadros de fibromialgia.
Suele ser
una enfermedad crónica que rara vez remite completamente, pero lo que es
importante saber es que hay tratamientos que permiten al paciente
convivir con ella. Los mayores logros terapéuticos se alcanzan
realizando un enfoque multidisciplinario donde la actividad física es un
pilar fundamental. El paciente debe plantearse el compromiso de mejorar
buscando una actividad adecuada para él y cumpliendo con constancia la
misma. También muchas veces es conveniente el trabajo junto a un
psicoterapeuta.
Por último, pero no menos importante, es
importante definir un buen tratamiento farmacológico. Puede ser
necesario indicar uno o varios fármacos para tratar esta patología con
éxito y esto depende de las características de cada paciente y del
momento del mismo, ya que a veces un paciente se encuentra estable y
asintomático con una terapia crónica pero, por momentos, es necesario
aumentarle la dosis de la misma o combinar con alguna/s otra/s
medicaciones. Entre los fármacos utilizados con éxito para tratar la
fibromialgia se encuentran los antiinflamatorios, relajantes musculares,
antidepresivos, benzodiacepinas, inductores del sueño, la duloxetina y
la pregabalina.
Debido a que el tratamiento es largo y exige mucho
del paciente es fundamental que el mismo no caiga en curanderos o
prometedores de ilusiones que lo único que logran es retrasar su posible
mejoría.
Para concluir, podemos resumir que la fibromialgia es un
síndrome clínico, principalmente presente en mujeres en edad media de
la vida, del que aún no se conocen claramente las causas. El diagnóstico
es puramente clínico, realizado por un médico idóneo. Si bien es una
patología que suele acompañar al paciente a lo largo de su vida existen,
hay tratamientos multidisciplinarios que logran controlarla con éxito
siempre y cuando el paciente se comprometa fehacientemente con el mismo y
el médico acompañe guiándolo en este camino.
La buena relación medico
paciente es crucial para el manejo de esta enfermedad.