¿Habría lanzado Jobs el iPhone 5 con su aplicación de mapas plagada de errores? Es una pregunta que, formulada por la revista Forbes, refleja las dudas que aún este 5 de octubre, un año después de la muerte del carismático líder de Apple,
se ciernen sobre la compañía más exitosa del mundo. Cualquier
respuesta, por supuesto, sería pura especulación. Para unos, el afán de
perfección del cofundador de Apple le habría impedido lanzar uno de sus
productos más populares con un fallo semejante. Otros, sin embargo,
recuerdan que se trata del mismo Jobs que "adoraba" el iPhone 4, a pesar de sus antenas defectuosas...
Lo cierto es que Tim Cook no es Steve Jobs.
Y que, mapas aparte, el nuevo líder de Apple tiene aún mucho que
demostrar, especialmente en el delicado y nada lógico terreno de la
innovación. Pero veamos...
Durante los 13 meses de mandato de Cook, los números de
Apple han sido excepcionales. La compañía de Cupertino se ha convertido
este año en la empresa más valiosa del mundo (265.000
millones de dólares). El valor de sus acciones ha aumentado un 76% y
los beneficios, trimestre a trimestre, siguen creciendo (salvo el
último) a un ritmo vertiginoso. La situación financiera de la compañía,
desde luego, resulta envidiable. Baste decir que solo con el "cash" de
que dispone Apple se podría pagar cinco veces el rescate de España...
Y sin embargo, todo eso podría no ser suficiente. El lanzamiento del iPhone 5 ha
vuelto a ser un éxito, nadie lo duda, pero los analistas y los
profesionales del sector se preguntan por lo que vendrá después. En el
fondo, el iPhone 5 no es más que la actualización de un producto que fue
pensado, creado y desarrollado por Jobs. Y lo mismo sucede con el Nuevo iPad y con el resto de los dispositivos que Apple tiene actualmente en el mercado. Todo lo que es nuevo en Apple, desde los iPods con pantalla táctil a Siri, el revolucionario sistema de reconocimiento de voz que incorpora el iOS6, procede directa e indiscutiblemente de Steve Jobs.
La gran duda, pues, es la siguiente: ¿Podrá Tim Cook, una
vez agotada la herencia de Jobs, mantener el ritmo y poner en el mercado
nuevos dispositivos "mágicos" que sigan cautivando la atención (y el
deseo) de los consumidores? Desde luego, la forma de pensar (y de
actuar) del desaparecido líder es algo que no se puede imitar. Jobs
tenía uno de esos dones que o se tienen, o no se tienen, pero que no se
pueden aprender ni transmitir. Y estaba tan convencido de sus "visiones"
que pasaba directamente por encima de los sesudos informes técnicos de
sus colaboradores más directos, a menudo críticos con sus aventuradas
ideas. Por supuesto, al final imponía su criterio, por ilógico que
pudiera parecer, y se salía con la suya.
No hay que olvidar que Jobs se arriesgó una y otra vez a desarrollar y lanzar productos totalmente nuevos,
que no existían antes o que, de existir (como es el caso de los
tablets), no habían logrado abrirse hueco en el mercado. Y que esos
nuevos productos, sin excepción, fueron revolucionarios y marcaron un antes y un después en los sectores a los que afectaban. Los resultados de la genialidad de Steve Jobs son de sobra conocidos. Ahí están para demostrarlo los iMac, los iPod, los iPhone, los iPad...
Todos ellos transformaron, de raiz, las industrias de la música, la
telefonía móvil y la informática personal. Pero, ¿qué vendrá después?
¿Podrá Cook mantener ese ritmo frenético de innovación? Y, sobre todo,
¿Tiene el nuevo CEO de Apple capacidad suficiente para liderar su
compañía en el lanzamiento de una categoría de productos totalmente
nueva y revolucionaria?
Muchos analistas internacionales se preguntan lo mismo, pero las respuestas no llegarán hasta que Apple desarrolle, lance y consiga su primer éxito "post Jobs". Algo que la compañía necesita, además, con urgencia para despejar las dudas que se ciernen sobre su futuro a medio plazo.
Una buena ocasión sería, sin duda, el lanzamiento del tan rumoreado (y nunca confirmado oficialmente) televisor de Apple. El
mundo de la TV se enfrenta, durante los últimos años, a una larga serie
de profundas transformaciones. El desarrollo de toda una gama de nuevas
"pantallas personales" (las de los teléfonos móviles y tablets) está
poniendo en serio peligro el liderazgo del televisor como "dispositivo
rey" del hogar. La forma de consumir contenidos audiovisuales ha
cambiado por completo, y la TV no puede quedar al margen de esa
realidad.
En cierto modo, la situación recuerda a la del sector de la telefonía móvil justo antes de la aparición del primer iPhone. Cada fabricante de televisores intenta imponer su criterio y sus propias soluciones, incompatibles (por lo general) con las de los demás. Existe ya, es cierto, toda una nueva generación de "smart TV" (televisores inteligentes), capaz de conectarse a internet y descargar contenidos, de reproducir las imágenes y vídeos que podamos tener en el móvil o el tablet, de descargar y ejecutar aplicaciones... Pero estas novedades están llegando al mercado como piezas separadas de un rompecabezas que los consumidores no terminan aún de comprender.
Todo parece maduro, pues, para un nuevo "campanazo" de la marca de la manzana.
Algo que aúne las necesidades crecientes de los consumidores y que se
convierta en un estandar seguido por todos. Y si bien es cierto que el
propio Jobs trabajó mucho en el proyecto de esta nueva "Apple TV",
también lo es que su muerte prematura le impidió verlo realizado. Su
lanzamiento, pues, sería exactamente lo que Tim Cook necesita para
empezar a construir su propio legado. Y para demostrar que es
perfectamente capaz de lanzar una nueva categoría de productos con la
misma solvencia de su predecesor.
En la situación actual, y en vista de los resultados de la compañía, Apple tiene garantizado su futuro para, por lo menos, los próximos diez años.
Pero su competencia ha aprendido de las anteriores lecciones y no está
dispuesta a permitir que los de Cupertino vuelvan a dejarles con un
palmo de narices. Marcas como Samsung, Sony, HP o LG
han conseguido ya, como mínimo, recuperar su desventaja inicial en el
terreno de los móviles y los tablets. Y todo indica que no se dejarán
sorprender de nuevo. El desafío de Tim Cook, pues, es doblemente
difícil. Y tendrá, además, que afrontarlo en soledad, y sin saber qué
habría hecho Steve Jobs, si aún estuviera entre nosotros.