Lo descubrieron en Londres. Hay al menos 16 países europeos afectados por el engaño.
La confianza de los consumidores europeos en los proveedores de carne
y los productos congelados que podrían contenerla ha entrado en una
crisis profunda. Los laboratorios británicos han descubierto que la
carne de caballo estaba disimulada en la carne fresca de otros animales y
que fue enviada a 47 colegios y también a hospitales como “cottages
pies” (pasteles caseros) en Lancashire.
El “Horsegate”–como lo
llaman los británicos en remedo del célebre caso Watergate– se ha
extendido a 16 países europeos, donde han comido carne de caballo creyendo que era de vaca en productos congelados y ahora frescos.
El
supermercado Asda, muy visitado por un público de menores recursos,
confirmó los primeros rastros de carne de caballo en los productos
vacunos frescos. En la carne boloñesa, los test de ADN que se hicieron
en la mercadería de Asda revelaron su presencia por primera vez. El
proveedor es Greencore, que está basado en Bristol, que también entrega
carne pero vacuna a Sainsbury y cerdo a Co-Operative, cuyos productos
continúan hasta ahora en las góndolas.
La agencia alimentaría
británica anunció que en un total de 2.501 exámenes en productos de
carne fresca lograron identificar que contenían un uno por ciento de
carne de caballo.
Ante la crisis, once de los grandes proveedores
de alimentos británicos publicaron una solicitada sosteniendo que ellos
comparten con los consumidores “la furia “ y la indignación, pero sin
pedir disculpas por lo ocurrido.
En Francia, el 41 por ciento de
los consumidores no sólo no quiere consumir los productos de las
empresas puestas en cuestionamiento debido a este escándalo, como Findus
y Picard, sino que reclaman que les saquen las licencias para
comercializar.
El ministro de Consumo, Benoit Hamon, considera que el tráfico de carne de caballo en reemplazo de la vacuna lleva por lo menos seis meses.
Las cifras asombran: son 750 toneladas. Entre ellas, 550 toneladas
corresponden a Comigel a través de la sociedad Tavola. Se trata de los
rellenos para hacer lasañas y 200 toneladas para fabricar salchichas
“merguez” que fueron vendidas en toda Francia.
La sociedad
francesa Spanghero “transformó” el caballo en carne común al cambiar las
etiquetas en los productos como “Bife Unión Europea”. Por ese motivo,
ha sido acusada formalmente por el ministro Hamon.
El funcionario
se pregunta sobre el rol de dos compañías de carne, Draap Trading y
Trader Windmeijer, basadas en Chipre y Holanda, que podrían haber
alterado las etiquetas del mismo modo, con lo cual ocultaron la
verdadera factura del producto que proveían. El gobierno holandés debe
dar a conocer este fin de semana sus conclusiones sobre la
investigación, lo que puede ayudar a comprender la trama de este
escándalo.
El episodio dejó en evidencia la opacidad de las regulaciones y, especialmente, la ausencia de controles reales sobre el mercado de la carne europea, su tráfico y su manipulación.