Un servicio de alquiler de perros por semanas, días e incluso horas
se popularizó entre los oficinistas de Corea del Sur, cuyas extensas
jornadas de trabajo les impiden cuidar a su mejor amigo de forma
permanente.
“El negocio de alquiler de perros sirve para hacer
felices a las personas solitarias de hoy en día, sobre todo, en Corea
del Sur, donde hay unos 5 millones de personas que viven sin
compañía”, comentó a Efe Park Jung-hwan, fundador de la tienda
de mascotas Domino World.
Alquilar un perro de
compañía por una semana entera cuesta 70 mil wones (unos 50 euros),
mientras tres días saldrían por 50 mil wones (alrededor de 35 euros).
Sin embargo, para aquellos que viven realmente ocupados en la ajetreada
Seúl existe la posibilidad de pasar intervalos de tiempo más cortos con
un juguetón yorkshire terrier o un cariñoso cocker por 10 mil wones
(unos 7 euros) la hora, dijo Park, que asegura estar cada vez más
ocupado por el aumento de solicitudes que llegan.
Entre los
clientes de este peculiar servicio se encuentran jóvenes que desean
realizar un original -y temporal- obsequio a sus parejas, productoras
que necesitan un perro para rodar un anuncio, un capítulo de una serie o
incluso una película y, por supuesto, los siempre apurados oficinistas
de Seúl.
Entre las economías avanzadas, Corea del Sur es, tras
México, el país en el que los empleados pasan más tiempo en su puesto de
trabajo con una media de 44 horas a la semana y solo 14 días de
vacaciones al año, según datos de 2011 de la Organización para la
Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
El servicio de
alquiler de perros también está ganando popularidad entre la población
extranjera residente en este país del lejano Oriente, ya que muchos
foráneos estudian o trabajan allí por un tiempo limitado y, por tanto, a
pesar de su amor por los animales descartan responsabilizarse de una
mascota. “Alquilé un perro para el tiempo en que permanezca aquí, ya que
así me siento menos solo”, comenta un extranjero de 29 años que trabaja
como profesor de inglés en el país asiático.
No faltan, sin
embargo, voces críticas con el alquiler temporal de caninos que, en
general, alegan que cambiar de entorno y de dueño cada pocos días o
semanas afecta negativamente al desarrollo psicológico de estos animales
fieles por naturaleza.
“Cuando un niño experimenta continuos
cambios de residencia en un plazo corto de tiempo sufre estrés y
ansiedad, y se muestra incapaz de adaptarse a los nuevos entornos. Lo
mismo pasa con los perros”, ilustra a Efe Seo Bora-mi, portavoz del
grupo surcoreano de defensa de los derechos de los animales KARA.
Seo,
licenciada en comportamiento animal en la Universidad de Sheffield
(Reino Unido), asegura que es difícil captar a primera vista la
infelicidad de estos perros, aunque remarca que en casos extremos pueden
desarrollar hábitos irregulares “como ladridos constantes o incapacidad
de controlar sus necesidades fisiológicas”.
El dueño de Domino
World, sin embargo, rebate que en su establecimiento cada uno de los
perros es tan feliz como lo son sus efímeros propietarios durante las
horas o días en los que disfrutan de su compañía, ya que “los perros
siempre están felices con las personas, aunque no sean sus dueños
permanentes”.
“A quienes critican esta actividad me gustaría
preguntarles si no creen que aquí el verdadero abuso es comer perro”,
protesta Park, en referencia al habitual consumo en Corea del Sur de
“kaegogi” o carne de este animal de compañía, presente en numerosos
restaurantes y mercados tradicionales del país.