Nuestro universo se está expandiendo más rápidamente de lo que lo hacía a inicios de su existencia, concluyen astrofísicos basándose en los datos del observatorio espacial Planck. Finalmente se desintegrará debido a la energía oscura.
La misión Planck de la Agencia Espacial Europea
logró medir con mucha exactitud el eco del 'Big Bang', la radiación del fondo cósmico, que surgió cuando el universo tenía 380.000 años y su temperatura era de 2.700 K. En aquel entonces, su materia consistía de núcleos de átomos cargados eléctricamente y electrones libres que absorbían todos los fotones. Solo cuando aparecieron átomos neutrales, los fotones pudieron moverse. El cosmos empezó a expandirse y la longitud de las ondas creció. Hoy en día la radiación del fondo cósmico está en la zona de microondas, y su temperatura se ha reducido a 2,725 K.
Sin embargo, el Planck reveló que esta temperatura no es constante, sino que se somete a oscilaciones debido al impacto de los nudos de la materia de la que se originaron las galaxias. El fondo de microondas logró conservar vestigios de esta materia y la misión pudo medir sus características físicas. Reveló ante los astrofísicos que el 4,9% del universo es materia visible (estrellas, galaxias, gas y polvo), el 26,8% es materia oscura y el restante 68,3% es energía oscura. Cabe recordar que el fenómeno de la energía oscura fue descubierto en los años 1990, gracias al estudio de las explosiones de las supernovas. Hasta ahora no queda claro qué es esta energía en realidad, pero según los científicos es el motor que acelera la expansión del universo y el alejamiento de las galaxias de la Vía Láctea.
Según los datos del Planck, en los albores de la existencia de las galaxias, la velocidad de alejamiento de las galaxias de la Vía Láctea era de 67,3 kilómetros por segundo por megapársec. Este índice supone que, con el tiempo, nuestro universo aceleró su expansión: hoy en día lo hace a una velocidad de 74,3 kilómetros por segundo por megapársec. El astrofísico Robert Caldwell, de la Universidad de Darmouth (EE.UU.), calculó qué le pasará al universo si la fuerza de repulsión de la energía oscura sigue creciendo, haciendo que las galaxias se alejen unas de otras a cada vez más velocidad.
Según Caldwell, dentro de entre 22.000 millones y 50.000 millones de años (a falta de fechas más exactas), la energía oscura llegará a su plena potencia. Como consecuencia, se descompondrá la Vía Láctea, porque una potente expansión disgregará las estrellas de la galaxia. La Vía Láctea dejará de ser una galaxia espiral y se fusionará con la galaxia vecina de Andrómeda para formar una gigante isla estelar elíptica.
Una vez concluida esta etapa, el cosmos tendrá solo 60 millones de años. Tres meses antes del fin, los planetas abandonarán la órbita del Sol, que para aquel entonces se habrá convertido en una estrella enana muerta y la Tierra explotará. En los últimos 30 minutos de existencia del universo, el espacio en proceso de expansión hará que incluso los átomos revienten. En el punto cero se quebrará la estructura del continuo espacio-temporal y el cosmos dejará de existir.
Sin embargo, la comunidad científica considera que este modelo es demasiado radical. Insiste en que antes de emprender cálculos de este tipo y empezar a hacer pronósticos hay que realizar más mediciones y averiguar la naturaleza de la energía oscura.
Sin embargo, el Planck reveló que esta temperatura no es constante, sino que se somete a oscilaciones debido al impacto de los nudos de la materia de la que se originaron las galaxias. El fondo de microondas logró conservar vestigios de esta materia y la misión pudo medir sus características físicas. Reveló ante los astrofísicos que el 4,9% del universo es materia visible (estrellas, galaxias, gas y polvo), el 26,8% es materia oscura y el restante 68,3% es energía oscura. Cabe recordar que el fenómeno de la energía oscura fue descubierto en los años 1990, gracias al estudio de las explosiones de las supernovas. Hasta ahora no queda claro qué es esta energía en realidad, pero según los científicos es el motor que acelera la expansión del universo y el alejamiento de las galaxias de la Vía Láctea.
Según los datos del Planck, en los albores de la existencia de las galaxias, la velocidad de alejamiento de las galaxias de la Vía Láctea era de 67,3 kilómetros por segundo por megapársec. Este índice supone que, con el tiempo, nuestro universo aceleró su expansión: hoy en día lo hace a una velocidad de 74,3 kilómetros por segundo por megapársec. El astrofísico Robert Caldwell, de la Universidad de Darmouth (EE.UU.), calculó qué le pasará al universo si la fuerza de repulsión de la energía oscura sigue creciendo, haciendo que las galaxias se alejen unas de otras a cada vez más velocidad.
Según Caldwell, dentro de entre 22.000 millones y 50.000 millones de años (a falta de fechas más exactas), la energía oscura llegará a su plena potencia. Como consecuencia, se descompondrá la Vía Láctea, porque una potente expansión disgregará las estrellas de la galaxia. La Vía Láctea dejará de ser una galaxia espiral y se fusionará con la galaxia vecina de Andrómeda para formar una gigante isla estelar elíptica.
Una vez concluida esta etapa, el cosmos tendrá solo 60 millones de años. Tres meses antes del fin, los planetas abandonarán la órbita del Sol, que para aquel entonces se habrá convertido en una estrella enana muerta y la Tierra explotará. En los últimos 30 minutos de existencia del universo, el espacio en proceso de expansión hará que incluso los átomos revienten. En el punto cero se quebrará la estructura del continuo espacio-temporal y el cosmos dejará de existir.
Sin embargo, la comunidad científica considera que este modelo es demasiado radical. Insiste en que antes de emprender cálculos de este tipo y empezar a hacer pronósticos hay que realizar más mediciones y averiguar la naturaleza de la energía oscura.