Se trata de un escenario que la ciencia ficción –siempre dispuesta a alegorizar sobre mundos posible– viene transitando desde hace décadas.
¿El mundo será dominado alguna vez por las computadoras?
La pregunta, que el cine abordó en películas como Terminator o Matrix , entre muchas otras, intentará ahora ser respondida por académicos . Un grupo de investigadores de la prestigiosa Universidad de Cambridge, en Gran Bretaña, estudiará los riesgos de que la tecnología acabe con el ser humano en un futuro.
El Centro de Estudio de Riesgo Existencial (CSER) va a investigar los peligros que suponen para el hombre nuevos campos como la biotecnología, la vida artificial, la nanotecnología y el cambio climático como resultado de la actividad del ser humano. “Muchos científicos están preocupados porque los desarrollos de la tecnología humana podrían suponer pronto nuevos peligros de extinción de toda nuestra especie ”, explican.
La seriedad que implica todos estos riesgos es “difícil de evaluar”, pero en sí misma “parece una causa de preocupación” debido a “lo mucho que está en juego”, aseguró uno de los científicos. Además, creen que el asunto requieren más investigaciones de las que actualmente recibe. Por este motivo, se unieron un filósofo (Huw Price, profesor de Filosofía), un científico (Martin Rees, profesor emérito de Cosmología y Astrofísica) y un emprendedor del campo del software (Jaan Tallin, uno de los fundadores de Skype). A ellos se les suman siete asesores de Cambridge y otros seis ajenos a la institución. La idea es establecer un centro de investigación multidisciplinario en la Universidad en el que se puedan estudiar y mitigar este tipo de riesgos.
En 1957, los científicos estadounidenses Allen Newell y Herbert Simon habían lanzado una inquietante predicción : “En diez años las máquinas serán campeonas del mundo de ajedrez, compondrán música de valor estético, descubrirán teoremas matemáticos, etcétera”. En aquellos años la inteligencia artificial era vista con cierto temor, mientras que hoy se convive gozosamente con la tecnología , a tan punto que se deposita la cualidad de smart (inteligente, en inglés) en los teléfonos celulares.
El vaticinio de Newell y Herbert tardó 40 años en materializarse. En 1997, cuando la supercomputadora Deep Blue, desarrollada por IBM, derrotó al campeón mundial de ajedrez Gari Kaspárov, muchos creyeron que el momento en el que la inteligencia artificial superara a la humana estaba a la vuelta de la esquina. Algo similar se pensó cuando, en 2001, Watson –otro invento de IBM– venció a dos experimentados jugadores en el concurso televisivo Jeopardy!
, en Estados Unidos.
Hasta ahora la distopía no llegó , pero la pregunta sobre el desarrollo futuro de las computadoras parece lo suficientemente nutritiva como para seducir a los expertos de Cambridge. “Parece una predicción razonable que en algún momento de este siglo o el próximo la inteligencia escapará de las limitaciones de la biología ”, aseguró el filósofo Price. “Y, cuando eso ocurra, ya no seremos las cosas más inteligentes del lugar , lo que nos pondría a merced de máquinas que, si bien no son maliciosas, no nos incluyen entre sus intereses”, agregó. Por eso, aunque parezca un riesgo lejano, Price, Rees y Tallin prefieren estar preparados desde el primer momento para saber cómo enfrentarse al momento en el que las máquinas comiencen a destinar los recursos del mundo a sus propios fines y necesidades, sin tener en cuenta al ser humano.