Cuando hablamos de narcotráfico pensamos rápidamente en un mundo lleno de violencia y drogas, en donde la ley del más fuerte se impone a los intereses de otros traficantes de estupefacientes, no obstante, aquellos jefes que alcanzaron la gloria por el poder gracias a sus actos ilícitos, disfrutaron de gran fortuna.
El dinero que se fue juntando a lo largo de su carrera delictiva sirvió para hacerse de grandes propiedades, autos, negocios y un sin número de cosas que uno ni se imagina; uno de estos narcotraficantes fue Pablo Emilio Escobar Gaviria, el capo más buscado de Colombia y de toda América.
Los comienzos de Escobar en el crimen organizado se dieron lenta, pero inexorablemente. A lo largo de su carrera criminal, se valió de una extraña mezcla de violencia, sangre, paternalismo y filantropía para lograr sus fines.
Mientras, por un lado, eliminaba sin piedad a sus competidores, ordenaba
asesinatos, estimulaba intrigas y conspiraba contra figuras influyentes
de la política, por el otro regalaba sándwiches a los mendigos, erigía casas para los pobres
de Medellín y construía canchas de futbol para los niños de los
tugurios, lo que le proporcionaba un fuerte apoyo popular en los barrios
pobres de la ciudad.
Su poder fue tan grande que Pablo Escobar se convirtió en uno de los
hombres más ricos de Colombia, tal era su riqueza que se hizo de varias
propiedades, entre ellas una isla que quedaría abandonada después de que
fuera abatido.
Cientos de hombres armados se encargaban de proteger estas islas, pertenecientes a Pablo Escobar, de carteles rivales y tropas del gobierno.
Pero hoy en día, ante la presencia de nuevos y grandes carteles de drogas colombianos, Pablo Escobar, el delincuente más peligroso del mundo y muchas de sus propiedades son historias muertas, ahora estas islas son propiedad del estado.
Su legado está en Medellín, Colombia, de una manera diferente e inusual,
tanto el hombre como su vida son de gran atractivo para los turistas.
Esta isla de aspecto discreto en la costa de Cartagena fue una vez el
área de juego para millonarios narcotraficantes. Es posible que la hayan
utilizado para relajarse y desconectarse del estrés producido por
dirigir organizaciones multinacionales del crimen, para entretener a sus
amigos y aliados, o incluso para planear su próximo gran pasó.
Aunque edificios en ruinas como éstos son simples cáscaras de lo que eran, el cielo despejado y las cálidas aguas azules hacían de este lugar el sitio perfecto para que cualquier mente criminal olvidara sus preocupaciones por un tiempo.
Mirando el estado averiado de estas propiedades, es muy difícil imaginar la riqueza de los hombres que alguna vez vivieron allí. Pablo Escobar fue tan rico que los rumores dicen que las ratas comieron hasta mil millones de dólares de su dinero mientras se encontraba en su depósito.
Las excentricidades y el dinero de Escobar era tal, que pudo construir
una mansión de coral, cabe mencionar que los arrecifes coral en su
mayoría son zonas protegidas, por lo que podemos deducir que Escobar
tenía el capital suficiente para corromper a cualquier autoridad.
En el momento de su muerte, 1993, Pablo Escobar se había convertido en
uno de los hombres más ricos del mundo y controlaba el cartel de la
droga que hacía negocios en toda América del Norte y del Sur y que
posiblemente se extendía hasta Asia.