Conforme a un artículo publicado en la revista 'Science', la flora bacteriana que habita en nuestro aparato digestivo puede ser clave en la respuesta a los tratamientos oncológicos, pues tiene una gran influencia sobre todo tipo de procesos inflamatorios que ocurren en el organismo.
La ciclofosfamida es uno de los fármacos anticancerosos más importantes que se emplea en tumores de mama, cerebrales, linfomas, etc.
Según el doctor Guarner, uno de los investigadores, “con la ciclofosfamida, muchas bacterias gástricas son capaces de atravesar las paredes del intestino y, al invadir el torrente sanguíneo y los ganglios linfáticos, estimulan una reacción del sistema inmune que ayuda a combatir el tumor”.
“Sin embargo, en el caso de los ratones que carecían totalmente de gérmenes (porque habían sido tratados previamente con antibióticos para 'aniquilar' su flora bacteriana), sus tumores parecían resistentes al tratamiento con ciclofosfamida. En cambio, si se les restauraba la flora intestinal, se recuperaba la eficacia antitumoral del medicamento", agrega.
El Instituto Nacional del Cáncer de EE. UU. y el Instituto Nacional de la Salud francés han llevado a cabo estos estudios por separado.