La música se aplica cada vez más en centros psiquiátricos para ayudar a los pacientes a entender su condición emocional y a expresar lo que les preocupa.
Ryan Carroll, un terapeuta músico del Centro Psiquiátrico de Santa Isabel en EE.UU., contó al portal PolicyMic que en su clínica a todos les encanta la canción 'Happy' del cantante Pharell, y que la utiliza para debatir con sus pacientes sobre la naturaleza de la felicidad.
Según el especialista que trata a esquizofrénicos, criminales con patologías e individuos con trastornos de personalidad y de ansiedad, cantar sobre cómo es sentirse feliz, ayuda mucho a aquellos que no lo recuerdan.
La música ayuda a los pacientes a sentirse más seguros de sí mismos y menos aislados, les ofrece un sentido de control sobre su mente y su vida.
Varios estudios muestran que la música puede reducir la frecuencia de alucinaciones auditivas en algunos esquizofrénicos.
Aunque las preferencias musicales difieren, en este ámbito también existen patrones, y la música que es frecuentemente compatible con la mayoría de los pacientes es la de los clásicos del soul y rhythm and blues como Smokey Robinson, Otis Redding y Sam Cooke.
"Son conocidos y la familiaridad aumenta la accesibilidad, facilitando ciertos cambios favorables para alcanzar los objetivos del tratamiento", explicó Carroll. Esto se refiere incluso a las canciones intensamente negativas.
El doctor Bumanis, director de comunicaciones para la American Music Therapy Association (Asociación Americana de Musicoterapia), relató que las letras violentas de la canción 'Cop Killer' de Ice-T resultaron tener cierto valor terapéutico para ayudar a un paciente a expresarse sobre sus impulsos violentos.
Bumanis notó que los pacientes solían estar más cómodos hablando de sus sentimientos en el contexto de una audición de música. Asimismo, la música facilita conversaciones entre los pacientes.
Carroll recordó una ocasión en la que una canción facilitó un diálogo entre un paciente de mayor edad y otro más joven, que encontraron algunos puntos de coincidencia entre sus estilos musicales favoritos: Frank Sinatra y la música electrónica, respectivamente.
Además de escuchar música, tocarla tiene un claro efecto terapéutico.
Un paciente del doctor Bumanis tenía un comportamiento compulsivo al sentarse al piano: tocaba una misma nota reiteradamente.
Pero a medida que Bumanis le enseñaba nuevas notas, notó la ansiedad de su paciente disminuir.
Carroll fue testigo de un fenómeno semejante. Tocando con un grupo de pacientes, un guitarrista dejó su instrumento y empezó a bambolearse intensamente.
Los demás entendieron que se estaba moviendo al ritmo de la música, por lo que desaceleraron el compás de su actuación. El paciente se tranquilizó a medida que el ritmo fue bajando.
"Es como una orientación en la realidad. En esos momentos la música se convierte en algo más real que una respuesta interna, un delirio o una alucinación", asegura Carroll.
Según el especialista que trata a esquizofrénicos, criminales con patologías e individuos con trastornos de personalidad y de ansiedad, cantar sobre cómo es sentirse feliz, ayuda mucho a aquellos que no lo recuerdan.
La música ayuda a los pacientes a sentirse más seguros de sí mismos y menos aislados, les ofrece un sentido de control sobre su mente y su vida.
Varios estudios muestran que la música puede reducir la frecuencia de alucinaciones auditivas en algunos esquizofrénicos.
Aunque las preferencias musicales difieren, en este ámbito también existen patrones, y la música que es frecuentemente compatible con la mayoría de los pacientes es la de los clásicos del soul y rhythm and blues como Smokey Robinson, Otis Redding y Sam Cooke.
"Son conocidos y la familiaridad aumenta la accesibilidad, facilitando ciertos cambios favorables para alcanzar los objetivos del tratamiento", explicó Carroll. Esto se refiere incluso a las canciones intensamente negativas.
El doctor Bumanis, director de comunicaciones para la American Music Therapy Association (Asociación Americana de Musicoterapia), relató que las letras violentas de la canción 'Cop Killer' de Ice-T resultaron tener cierto valor terapéutico para ayudar a un paciente a expresarse sobre sus impulsos violentos.
Bumanis notó que los pacientes solían estar más cómodos hablando de sus sentimientos en el contexto de una audición de música. Asimismo, la música facilita conversaciones entre los pacientes.
Carroll recordó una ocasión en la que una canción facilitó un diálogo entre un paciente de mayor edad y otro más joven, que encontraron algunos puntos de coincidencia entre sus estilos musicales favoritos: Frank Sinatra y la música electrónica, respectivamente.
Además de escuchar música, tocarla tiene un claro efecto terapéutico.
Un paciente del doctor Bumanis tenía un comportamiento compulsivo al sentarse al piano: tocaba una misma nota reiteradamente.
Pero a medida que Bumanis le enseñaba nuevas notas, notó la ansiedad de su paciente disminuir.
Carroll fue testigo de un fenómeno semejante. Tocando con un grupo de pacientes, un guitarrista dejó su instrumento y empezó a bambolearse intensamente.
Los demás entendieron que se estaba moviendo al ritmo de la música, por lo que desaceleraron el compás de su actuación. El paciente se tranquilizó a medida que el ritmo fue bajando.
"Es como una orientación en la realidad. En esos momentos la música se convierte en algo más real que una respuesta interna, un delirio o una alucinación", asegura Carroll.