La nave espacial ‘Messenger’, en órbita del planeta más próximo al Sol, muestra un mundo con la superficie sin grandes alturas.
Mercurio es, junto a la Tierra, Venus y Marte, el grupo de planetas
rocosos del Sistema Solar. Es el más pequeño, el más cercano a la
estrella, el que muestra la superficie más antigua el que tiene las
mayores variaciones de temperaturas diurnas. Y es el menos conocido. Por
supuesto, los científicos están muy interesados en ese mundo, pero
hasta que se puso en órbita allí en marzo del año pasado, la nave
automática Messenger, de la NASA, solo otra misión (la Mariner 10) había hecho una visita y fue en 1974-1975. Ahora, tras un año de toma de datos, los científicos de la Messenger
presentan sus novedades. Han descubierto que el núcleo de Mercurio es
mayor de lo que se había estimado, hasta el punto de que ocupa en el
interior un 85% del radio del planeta y es, al menos parcialmente,
líquido. La estructura interna de ese cuerpo del Sistema Solar empieza a
desvelarse. También ha sorprendido a los investigadores el hecho de que
en el hemisferio Norte de Mercurio el rango de elevaciones del terreno
es muy inferior al de la Marte y al de la Luna.
“Desde las extraordinariamente dinámicas magnetosfera y exosfera de
Mercurio a la composición inesperadamente rica en volátiles de su
superficie e interior, nuestro planeta vecino más próximo al Sol resulta
ahora ser muy diferente de lo que imaginábamos hasta unos pocos años”,
destaca el investigador principal de la misión Messenger, Sean Solomon,
en un comunicado de la Institución Carnegie (EE UU).
La Messenger es una nave de algo menos de un metro de alto,
1,28 metros de ancho y 1,85 de largo, con una masa de 1.107 kilos
incluyendo el combustible y los instrumentos científicos. Fue lanzada al
espacio en agosto de 2004 y, siguiendo una trayectoria complicada que
incluyó varios sobrevuelos de impulso gravitacional sobre Venus, la
Tierra y el propio Mercurio, se puso en órbita allí hace ahora justo un
año, el 24 de marzo de 2011.
El análisis de la información recabada en este año de trabajo se presenta ahora en dos artículos en la revista Science,
al tiempo que se han expuesto numerosos trabajos parciales en la
Conferencia de Ciencias Lunares y Planetarias, celebrada esta semana en
Texas. La NASA ha prolongado la misión Messanger un año más.
Gracias a los instrumentos de esta nave, los científicos han logrado
desarrollar el primer modelo preciso de la gravedad de Mercurio y, al
combinar los datos con los datos topográficos y de rotación del planeta,
han podido deducir cómo es su estructura interna, el grosor de su
corteza, el tamaño de su núcleo y su histórica tectónica y térmica,
explican los científicos.
El núcleo de Mercurio, cuyo radio es aproximadamente el 85% del radio
del planeta, es diferente del de cualquier otro cuerpo del Sistema
Solar. El de la Tierra tiene una capa exterior metálica y líquida sobre
núcleo sólido interno. El de Mercurio parece tener una corteza sólida de
silicatos, un manto sobre una capa metálica también sólida, otra capa
líquida y en interior un núcleo sólido. “Esto tiene implicaciones sobre
cómo se genera el campo magnético de Mercurio y su evolución térmica”,
dicen los expertos.
Gracias al altímetro láser de la Messenger se ha confeccionado un modelo topográfico del Hemisferio Norte de Mercurio, explican en su artículo en Science
Maria T. Zuber (Instituto de Tecnología de Massachusetts) y sus
colegas. El rango de las elevaciones en la superficie es
considerablemente inferior al de Marte y la Luna, continúan, y el rasgo
geográfico más destacado es un extensión de terrenos bajos en las altas
latitudes con extensiones volcánicas, que pueden tener una antigüedad de
casi 4.000 millones de años. En una latitud media destaca una cuenca de
impacto, Caloris, de 1.550 kilómetros de diámetro, en la que una parte
del suelo se ha elevado por encima del borde. Estos rasgos significan
que Mercurio ha tenido que tener una intensa actividad geofísica durante
la mayor parte de su