No se sabe el motivo, pero el cráneo de los norteamericanos blancos, y quizás de otras razas y nacionalidades, se ha ido volviendo más grande poco a poco, según una nueva investigación forense que publica National Geographic.
Las mediciones efectuadas en cráneos de norteamericanos blancos nacidos entre 1825 y 1985 sugieren que la altura media se ha incrementado en ocho milímetros.
Sin explicación, los cráneos de los norteamericanos blancos son
cada vez más grandes
Podría
no parecer mucho, pero se trata del espacio equivalente a una pelota de
tenis. «No podemos sacar conclusiones todavía, pero otros estudios
muestran que un cráneo más grande no es necesariamente señal de mayor
intelecto», señala Richard Jantz, antropólogo de la Universidad de
Tennessee (Estados Unidos), que presentó los hallazgos de su equipo en
una reunión de la American Association for Physical Anthropology en
abril.
Los altibajos de la Evolución
Desde
el surgimiento del primer Homo Sapiens, el cráneo humano ha ido
aumentando progresivamente hasta hace unos 30.000 años, cuando se
estabilizó.
Y hace unos 5.000 o 6.000 años, cuando empezó a practicarse la agricultura, los cráneos empezaron a encogerse, sin que se sepa el motivo.
Sin embargo, hace diez años, Jantz y su equipo descubrieron que la tendencia a la reducción podría estar revirtiendo. Desde entonces han recogido datos de 1.500 cráneos que abarcan unos 160 años.
Las
muestras provenían de colecciones de esqueletos procedentes únicamente
de donaciones, y como la mayoría de las donaciones provenían de
americanos caucásicos, las conclusiones del equipo únicamente se pueden
aplicar a ese grupo.
Experimentando con nosotros mismos
Jantz
afirma que la vida en Norteamérica ha cambiado de tal manera que no se
puede señalar una única causa del aumento del tamaño de los cráneos.
«Sin embargo, estoy seguro de que se debe al ambiente en el que vivimos», señala.
«Los
norteamericanos conducen coches, vacunan a sus hijos, y la
sobrealimentación es un problema mucho mayor que la desnutrición, entre
otros factores. Es como si estuviéramos experimentando con nosotros
mismos para ver cómo respondemos ante un ambiente completamente nuevo».
Corey
Sparks, demógrafo de la Universidad de Texas (Estados Unidos) cree que
las conclusiones pueden ser válidas pero que no es posible señalar una
causa concreta.
«Cogí
una regla para ver los cambios que señalan, y ocho milímetros no es
para tanto. Dos o tres centímetros sí que sería importante», añade
Sparks, que colaboró con Jantz hace años pero no formó parte del
reciente estudio.
En
cuanto a las posibles causas, afirma que «tenemos tendencia a sacar
conclusiones para explicar los distintos comportamientos, pero en este
caso no tenemos ninguna pista».