El fuego, el símbolo por excelencia de los Juegos Olímpicos (con
permiso de los aros), que se supone que debe permanecer encendido todo
el tiempo que dura la competición, se ha apagado en el estadio de
Londres. Según informa el diario británico 'The Telegraph', citando a los organizadores de los Juegos, la llama se apagó para trasladar el pebetero a otra parte del estadio.
La localización del pebetero provocó críticas desde el principio, porque sólo se puede ver desde dentro del recinto, por aquellos espectadores que tengan entradas, y no por el resto de los ciudadanos, a los que luego se les cuestiona su poco interés por este evento deportivo. La polémica se aviva ahora con el reconocimiento de que la llama ha tenido que apagarse intencionadamente.
Según explica a la agencia AFP Jackie Brock-Doyle, directora de comunicación de la organización de los Juegos Olímpicos, "el fuego se ha apagado para permitir el traslado del pebetero". No obstante, matiza que la llama se ha vuelto a encender en una de las antorchas que se usaron en la ceremonia inaugural y que permanecerá brillando ahí hasta que se encienda de nuevo el pebetero este lunes.
No es la primera vez que se apaga el fuego olímpico. En uno de sus relevos por la ciudad, el jugador de bádminton David Follet, en silla de ruedas, tuvo un problema con su antorcha y se quedó sin llama. "El quemador funcionó mal", admitió un portavoz de los Juegos, que añade que "estas cosas no son infrecuentes y que el fuego se puede apagar por muchos motivos, como por ejemplo un golpe de viento, pero siempre se restaura pronto".
El pebetero ideado por Danny Boyle fue encendido por siete jóvenes atletas, que representaban el legado de los Juegos y el futuro de los mismos. Está formado por 204 llamas separadas que se unieron para formar una sola y mide ocho metros.
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| El pebetero encendido en la inauguración y apagado para su traslado |
La localización del pebetero provocó críticas desde el principio, porque sólo se puede ver desde dentro del recinto, por aquellos espectadores que tengan entradas, y no por el resto de los ciudadanos, a los que luego se les cuestiona su poco interés por este evento deportivo. La polémica se aviva ahora con el reconocimiento de que la llama ha tenido que apagarse intencionadamente.
Según explica a la agencia AFP Jackie Brock-Doyle, directora de comunicación de la organización de los Juegos Olímpicos, "el fuego se ha apagado para permitir el traslado del pebetero". No obstante, matiza que la llama se ha vuelto a encender en una de las antorchas que se usaron en la ceremonia inaugural y que permanecerá brillando ahí hasta que se encienda de nuevo el pebetero este lunes.
No es la primera vez que se apaga el fuego olímpico. En uno de sus relevos por la ciudad, el jugador de bádminton David Follet, en silla de ruedas, tuvo un problema con su antorcha y se quedó sin llama. "El quemador funcionó mal", admitió un portavoz de los Juegos, que añade que "estas cosas no son infrecuentes y que el fuego se puede apagar por muchos motivos, como por ejemplo un golpe de viento, pero siempre se restaura pronto".
El pebetero ideado por Danny Boyle fue encendido por siete jóvenes atletas, que representaban el legado de los Juegos y el futuro de los mismos. Está formado por 204 llamas separadas que se unieron para formar una sola y mide ocho metros.
