Los investigadores de la Escuela de Salud Pública de Harvard, Estados Unidos, examinaron a más de 4000 sobrevivientes a infartos y encontraron que tenían más probabilidad de estar vivos nueve años más tarde, si comían altas cantidades de fibra.
Los que más fibra ingerían (entre 27 y 36 gramos diarios) tenían un 25 % menos de probabilidades de morir por cualquier causa en los siguientes nueve años después del infarto, en comparación con el grupo que menos alimentos ricos en fibra consumía (entre 12 y 17 gramos).
Además, de acuerdo con los científicos, la fibra es capaz de reducir las probabilidades de un ataque cardíaco fatal en el futuro.
Como explican los propios autores, "un mayor consumo de fibra mejora la respuesta glucémica y la sensibilidad a la insulina; también mejora los niveles de lípidos en sangre y aumenta la sensación de saciedad (que ayuda al control de la ingesta total calórica).
La fibra es una sustancia que se encuentra en las plantas. La fibra vegetal es el tipo de fibra que comemos, y se encuentra en las frutas, las verduras y los granos.